Una jornada
dedicada a los ancianos y a los abuelos, todos reunidos para el encuentro con
el Papa Francisco. Pensada y organizada por el Pontificio Consejo para la
Familia tendrá lugar en la Plaza de San Pedro el domingo 28 de septiembre.
En líneas
generales, el programa del encuentro -titulado “La bendición de una larga
vida”- prevé la apertura de la plaza a las 7:30 y a las 9:00 el inicio de la
jornada de fiesta que culminará, a las 10:30, con la Santa Misa presidida por
Su Santidad.
El espíritu
que anima la iniciativa ha sido ilustrado por su promotor principal, el
presidente del Pontificio Consejo para la Familia, monseñor Vincenzo Paglia,
quien lo ha resumido con estas palabras: “La jornada parte del presupuesto
que la ancianidad no es un naufragio sino una vocación. Gracias a Dios se han
extendido los años de vida – la sociedad lo permite- pero al mismo tiempo,
sobre este tema no ha sido desarrollada una reflexión adecuada. No existe ni en
la política, ni en la economía y mucho menos en la cultura”.
“A mi
parecer, nosotros deberíamos, a través de esta jornada, llamar la atención de
todos sobre la importancia de este tiempo de la existencia humana, subrayando
que los ancianos no son sólo objeto de atenciones y cuidados, sino que ellos
mismos están sujetos a una nueva perspectiva de vida. Este es el punto. Por
ello, se debe replantear la vejez, se debe replantear el compromiso de los
ancianos en el mundo y en la Iglesia, y también el de la Iglesia hacia ellos.
Hago un ejemplo: más allá de las tareas tradicionales de transmitir la fe y de
ayudar a los padres, hay otras igualmente importantes que se deben profundizar,
como la de rezar –tienen más tiempo a disposición- y de comunicar el Evangelio,
evocando así a Ana, la profetisa”.
“Siempre
ligado a la vejez, además de todos los aspectos civiles, hay una cultura que
los ancianos pueden transmitir, particularmente atenta a no concebir el
debilitamiento de la vida como una tragedia final sino como un testimonio de
esperanza en el más allá”
También ha
sido presentador el cartel oficial. En la parte
central del programa resalta la imagen de un hombre mayor que vela sobre un
niño dormido sobre su pecho: los dos rostros representan los dos extremos de la
vida, y la tarea imposible de eludir, fundamental, que espera a la cara
arrugada, surcada por el tiempo, enriquecida por la sabiduría y por tantos
dones dispuestos a ser transmitidos a aquel terreno tan indefenso, no sembrado,
que es el nieto.
Para reforzar aún más el significado de la foto se ve un pasaje del Salmo
71,18, que resume en pocos versículos la sublime labor a la que está llamado el
anciano: “Y ahora que llega la vejez y las canas, ¡Oh Dios, no me abandones!,
para que anuncie yo tu brazo a todas las edades venideras”.
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