1
Se trata del derecho de la mujer a decidir. No.
Cuando la ley permite a los libres disponer de la vida de los esclavos, a los
padres de la vida de los hijos recién nacidos, a los hombres de la vida de la
mujer, a los arios de la vida de los judíos, a los blancos de la vida de los
negros, o a las embarazadas de la vida de sus hijos no nacidos ... ; no se
trata del derecho a decidir de los libres, los padres, los hombres, los arios,
los blancos o las embarazadas, sino de la denegación del derecho a la vida de
los esclavos, los recién nacidos, las mujeres, los judíos, los negros o los aún
no nacidos.
2
Hay dudas razonables sobre cuándo se origina la vida humana.
No es cierto. Hay evidencia científica de que la vida individual -y no sólo en
la especia humana- se origina con la concepción al formarse el patrimonio
genético del individuo que le definirá para siempre como uno de la especie
humana sin margen de duda alguna. y si alguien tuviese dudas al respecto, la
más elemental consideración ética debe llevar a aplicar una presunción de
humanidad o presunción de vida, pues no es admisible asumir el riesgo de matar
a un hombre sobre la base de una duda (sobre si está o no está allí donde se
dispara, por ejemplo).
3
Si no se legaliza el aborto, habrá abortos clandestinos y
morirán muchas mujeres. No es cierto. No hay ninguna evidencia
científica de que eso sea verdad, sino de lo contrario:
•
Cuando algo se legaliza, aumenta su número; y cuando algo se prohíbe, va
disminuyendo su práctica. Si no fuese así, el derecho penal carecería de razón
de ser.
•
En los países donde el aborto está prohibido (por ejemplo, Irlanda) la
mortalidad femenina por razones atinentes al embarazo y el parto es inferior a
la de países vecinos donde el aborto es legal (por ejemplo, Gran Bretaña). Lo
mismo sucede en Chile, único país de su entorno donde no se permite el aborto
por ninguna causa, respecto a los países vecinos.
•
En todos los países donde se ha legalizado el aborto, su número ha aumentado
cada vez más; y en los países donde se vuelve a proteger la vida, su número
disminuye, como ha sucedido en Polonia a partir de 1993.
Este
argumento da por supuesta una falacia: la de que las mujeres, en cualquier
caso, abortarán. Y eso no es cierto, las mujeres van asumiendo el aborto como una
solución a sus problemas cuando éste es legal. Si la ley no lo permite, el
aborto adquiere el carácter residual de todo lo ilícito.
4
La ONU reconoce el derecho al aborto con carácter universal.
Es falso. Ningún instrumento de derecho internacional en
materia de derechos humanos reconoce el derecho al aborto, ni con carácter
universal (ONU), ni regional (tratados europeos o latinoamericanos de derechos
humanos). Así lo ha establecido el TEDH (Tribunal Europeo de
Derechos Humanos) respecto a Irlanda, por ejemplo.
Sí
existen algunas plataformas, conferencias internacionales o comités varios en
la comunidad internacional que han empezado a usar en los últimos años la
expresión derechos sexuales y reproductivos, que algunos quieren interpretar
como comprensiva del derecho al aborto; pero ni esas plataformas, conferencias
o comités tienen valor jurídico vinculante para los Estados, ni nunca se ha
admitido pacíficamente que esa expresión incluya el aborto.
5
La normalización del aborto es la única opción progresista y
su implantación es imparable. No es cierto. La normalización legal del
aborto es un fenómeno muy reciente -y siempre discutido y contestado en todos
los sitios- que empezó (si dejamos de lado los países comunistas que no
respetaron ningún derecho humano) en USA en 1973 y, desde ahí, se fue
extendiendo a Europa, primero, y después al resto del mundo, a impulsos de
ideologías, intereses económicos y estrategias políticas hoy muy contestadas
(obsesión maltusiana por el control de la población, revolución sexual
sesentayochista, imperialismo yanqui, presión de la industria del aborto y la
anticoncepción sobre los Gobiernos, ideología de género, etc).
El
aborto no sólo no está normalizado en el mundo, sino que encuentra cada vez más
resistencia en todas partes y, en primer lugar, en Estados Unidos, donde empezó
este fenómeno. En este país, ya una mayoría de la población se define como pro
life -provida- y no como pro choice -pro-elección-, según la encuesta Gallup; y
más de la mitad de los Estados de la Unión han aprobado en los últimos años
leyes restrictivas del aborto con una cadencia que sigue en aumento, a pesar de
contar en estos momentos con el Presidente más proabortista de su historia,
Obama. Por otra parte, varios países del ex bloque comunista han aprobado leyes
restrictivas del aborto a partir de 1989 (el caso más exitoso es el de
Polonia), y en toda la América Latina se está produciendo una gran resistencia
a la aprobación del aborto que se exige a aquellos países de forma insistente y
colonialista desde Naciones Unidas. En la Europa occidental, el aborto es
objeto de amplio debate social en países como España, Irlanda, Francia o
Italia. En ningún sitio es algo normalizado y pacífico.
6
Sin el aborto, la bomba demográfica explotaría y la vida en
la tierra sería imposible. No existe ninguna bomba demográfica
sino, por el contrario, un grave problema demográfico de envejecimiento de la población
que hace peligrar la subsistencia de 'nuestras sociedades (en Europa, yen
España de forma particular, esto es evidente). Incluso los países que, como
China, han apostado por el aborto como instrumento de control de la población,
están dando marcha atrás por los terribles trastornos en su población que han
provocado.
Incluso
si fuese verdad que existiese un problema, de crecimiento de la población, no
parece que eliminar vidas humanas sea la forma más humana de resolver este
problema. El fin no justifica los medios, máxime si los medios son homicidas.
7
El aborto es una conquista feminista a la que no podemos
renunciar. No es cierto. El aborto es una solución
machista a un problema de todos. El aborto es la garantía última de la
irresponsabilidad sexual del varón que, gracias a él, deja en manos de la mujer
toda la responsabilidad de las relaciones sexuales: gracias al aborto, el
varón se desentiende de las consecuencias de su actividad sexual abocando a la
mujer a abortar (y es ella quien cargará con el peso moral, sicológico y vital
de esta decisión), o a asumir las consecuencias (la responsabilidad sobre el
niño) en caso de no hacerlo.
El
aborto sí que es violencia de género contra la mujer. Cuando se legaliza el
aborto, la mujer se puede ver sometida a todo tipo de presiones para abortar
recayendo sobre ella la responsabilidad de liberar a todo su entorno de la
responsabilidad sobre la vida en marcha en su interior.
8
Sin aborto legal, la revolución sexual estaría en peligro.
Este argumento sí es veraz. Sin el aborto legal, la irresponsabilidad sexual
sistemática y generalizada no sería posible. La legalización del aborto es el
precio que pagamos para ser sexualmente irresponsables de forma sistemática,
sin consecuencias en el corto plazo. Pero este precio es muy alto: millones de
niños que no llegan a nacer, millones de vidas de mujeres destrozadas, una
sexualidad deshumanizada, pues su consecuencia no es la vida, sino la muerte,
etc.
9
Las leyes permisivas del aborto no obligan a nadie: quien no
quiera abortar no está obligado a hacerlo. Este argumento no es
cierto, pues:
a)
las leyes permisivas del aborto crean estructuras de violencia estructural
sobre la mujer para que aborte que no existirían con carácter general si el
aborto no fuese legal. Ésta es experiencia común en muchas mujeres que han
abortado: no fueron libres, sino que acudieron al aborto presionadas por un entorno
que sólo les ofrecía esa solución a sus problemas.
b)
La legalización del aborto introduce en nuestro ordenamiento jurídico la
violencia como forma legítima de resolver problemas, y esto afecta a toda la
sociedad por el efecto pedagógico de las leyes.
c)
El aborto legal supone que el Estado asume que no debe proteger la vida de un
grupo de seres humanos, los no nacidos. Se degrada así el compromiso ético y
humanista del Estado, la sociedad en su conjunto y el Derecho. Y esto siempre
tiene consecuencias (negativas).
1
O Exigir la prohibición del aborto es una
inadmisible injerencia de la Iglesia en la vida pública de una sociedad
pluralista. Hipócrates y Galeno no eran católicos -pues
vivieron siglos antes de Cristo- y ya establecieron que la ética médica impedía
la práctica del aborto. Si legalizásemos todo lo que la Iglesia prohíbe,
deberíamos legalizar el asesinato, la violación, el robo ... , y prácticamente
todo lo que el Código Penal prohíbe. No parece éste, por tanto, argumento muy
serio.
Fuente
: LA VERDAD. 21-03-2014
Semanario
de la Iglesia Navarra