viernes, 11 de septiembre de 2015

El Amor es nuestra misión : la familia plenamente viva


Las catequesis preparatorias al Encuentro Mundial de la Familia comienzan con una "declaración de intenciones" en las que se nos ponen de forma resumida los pilares en los que se fundamentan.

 

Comienza esta declaración afirmando que la Iglesia cree que Dios existe y que nos ama. Se afirma esto, porque los que nos hemos encontrado a Jesucristo confiamos en Él. Esta confianza permite una relación en la que se revela y anuncia el plan de Dios para toda la creación. Confiando en este plan, podemos proclamar que todos y cada uno de nosotros estamos creados a imagen de Dios. Creemos que Dios nos crea con un propósito y para una misión. Creemos que, en Jesús, Dios se hizo hombre. Creemos que, en Jesús, Dios invita y convoca al mundo entero a conocerlo y a vivir en la Iglesia como su pueblo de la alianza. Creemos que el amor de Dios está visible y se manifiesta en esta alianza, que revela que Dios es fiel incluso hasta en la muerte, a pesar de ser infieles y pecadores. Creemos que Jesús sufrió, murió y resucitó de entre los muertos, confirmando el poder y la fidelidad de Dios, y ofreciéndonos confianza en que su camino es verdadero. Como pueblo de la alianza de Jesús, confiamos en que Él ahora está sacramentalmente presente con nosotros y que, en definitiva, compartiremos su victoria y la comunión celestial. Apoyados en el Espíritu Santo y en los sacramentos de la Iglesia, buscamos esta comunión, que Jesús prometió sería nuestro destino.

 

Creemos que todos los aspectos de nuestra vida —incluidas nuestra sexualidad, nuestra fertilidad y nuestra vida familiar— forman parte de esta misión de vivir y amar como Jesús enseñó. Creemos que, en el Sacramento del Matrimonio, Dios nos ha dado el don de experimentar su alianza. En la alianza del matrimonio, marido y mujer viven juntos a la luz de la alianza ya establecida entre Dios e Israel, entre Cristo y la Iglesia. Creemos que el matrimonio es el semillero de una familia, el núcleo de la Iglesia doméstica, que es en sí misma un miembro esencial de la gran Iglesia universal.

 

Reconocemos que somos seres caídos y que toda forma de sufrimiento, tentación y pecado puede agobiarnos e impedirnos alcanzar aquello para lo que fuimos creados. Pero confiamos en que, sin importar las pruebas que enfrentemos o las heridas que nos inflijamos, a nosotros mismos y a los demás, Dios es fiel. Su pasión, crucifixión y resurrección son la evidencia decisiva de que Él no se apartará de su alianza. El Señor ha demostrado que Él es más fuerte que todos nuestros pecados y que Él conquista el pecado. En nuestra vida juntos, ante la presencia de Jesús y del Espíritu Santo entre nosotros, creemos que Dios concretará la obra que ha iniciado en nosotros. En espera a ese día en que Jesús habrá de volver a establecer plenamente su Reino en la tierra, creemos que nuestra misión es dar testimonio de lo que Dios ha hecho y está haciendo. Creemos que nuestra misión es amar a Dios y al prójimo como Él nos enseñó.

 

Creemos que el amor es nuestra misión y que esta misión es la única manera de poder estar plenamente vivos y ser aquello para lo que fuimos creados. Creemos que este amor debe ser enseñado, compartido y difundido en y a través de la familia, que es la Iglesia doméstica.

 

Esta declaración concluía recodándonos que la familia participa en la misión de toda la Iglesia. Por tanto  las catequesis están dirigidas a explicar esta visión del amor más detalladamente.

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