Las
catequesis preparatorias al Encuentro Mundial de la Familia comienzan con una
"declaración de intenciones" en las que se nos ponen de forma resumida
los pilares en los que se fundamentan.
Comienza
esta declaración afirmando que la Iglesia cree que Dios existe y que nos ama. Se afirma esto, porque los que nos hemos
encontrado a Jesucristo confiamos en Él. Esta confianza permite una relación en
la que se revela y anuncia el plan de Dios para toda la creación. Confiando en
este plan, podemos proclamar que todos y cada uno de nosotros estamos creados a
imagen de Dios. Creemos que Dios nos crea con un propósito y para una misión. Creemos
que, en Jesús, Dios se hizo hombre. Creemos que, en Jesús, Dios invita y
convoca al mundo entero a conocerlo y a vivir en la Iglesia como su pueblo de
la alianza. Creemos que el amor de Dios está visible y se manifiesta en esta
alianza, que revela que Dios es fiel incluso hasta en la muerte, a pesar de ser
infieles y pecadores. Creemos que Jesús sufrió, murió y resucitó de entre los
muertos, confirmando el poder y la fidelidad de Dios, y ofreciéndonos confianza
en que su camino es verdadero. Como pueblo de la alianza de Jesús, confiamos en
que Él ahora está sacramentalmente presente con nosotros y que, en definitiva,
compartiremos su victoria y la comunión celestial. Apoyados en el Espíritu
Santo y en los sacramentos de la Iglesia, buscamos esta comunión, que Jesús
prometió sería nuestro destino.
Creemos
que todos los aspectos de nuestra vida
—incluidas nuestra sexualidad, nuestra fertilidad y nuestra vida familiar—
forman parte de esta misión de vivir y amar como Jesús enseñó. Creemos que,
en el Sacramento del Matrimonio, Dios nos ha dado el don de experimentar su
alianza. En la alianza del matrimonio, marido y mujer viven juntos a la luz de
la alianza ya establecida entre Dios e Israel, entre Cristo y la Iglesia.
Creemos que el matrimonio es el semillero de una familia, el núcleo de la
Iglesia doméstica, que es en sí misma un miembro esencial de la gran Iglesia
universal.
Reconocemos
que somos seres caídos y que toda forma de sufrimiento, tentación y pecado
puede agobiarnos e impedirnos alcanzar aquello para lo que fuimos creados. Pero
confiamos en que, sin importar las pruebas que enfrentemos o las heridas que
nos inflijamos, a nosotros mismos y a los demás, Dios es fiel. Su pasión, crucifixión
y resurrección son la evidencia decisiva de que Él no se apartará de su alianza.
El Señor ha demostrado que Él es más fuerte que todos nuestros pecados y que Él
conquista el pecado. En nuestra vida juntos, ante la presencia de Jesús y del
Espíritu Santo entre nosotros, creemos que Dios concretará la obra que ha
iniciado en nosotros. En espera a ese día en que Jesús habrá de volver a
establecer plenamente su Reino en la tierra, creemos que nuestra misión es dar
testimonio de lo que Dios ha hecho y
está haciendo. Creemos que nuestra misión es amar a Dios y al prójimo como Él
nos enseñó.
Creemos que el amor es nuestra misión y que esta misión es
la única manera de poder estar plenamente vivos y ser aquello para lo que fuimos
creados. Creemos que este amor debe ser
enseñado, compartido y difundido en y a través de la familia, que es la Iglesia
doméstica.
Esta
declaración concluía recodándonos que la familia
participa en la misión de toda la Iglesia. Por tanto las catequesis están dirigidas a explicar esta
visión del amor más detalladamente.
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